Cómo aprendí a tejer

La Maison Bisoux publicó ayer un artículo donde varias relevantes tejedoras (y un tejedor, no hay que olvidarlo) contaban cómo aprendieron a tejer. Yo he tenido la gran suerte de colaborar en el artículo, y podéis leer mi historia en medio de tantas otras tan bonitas aquí.

El artículo ha quedado precioso, las historias son todas hermosas, y a mí me ha creado un poco de nostalgia. En muchos de los casos fueron las abuelas las que de un modo u otro intervinieron en el aprendizaje de las tejedoras que cuentan sus historias. Mi abuela materna era una excelente tejedora de punto a dos agujas. Y mi abuela paterna una excelente tejedora de ganchillo. Mi madre era el nexo de unión entre ambas; su madre le transmitía las dudas que tenía con el ganchillo para que su futura suegra y después finalmente suegra se las resolviera. Creo que así aprendió mi madre a hacer ganchillo, siguiendo las instrucciones que le daba mi abuela paterna para luego al llegar a casa de sus padres poder reproducirlas fielmente a su madre.

Yo no tuve la suerte de poder aprender de mis abuelas, fallecieron las dos cuando yo tenía tres años, con pocos meses de diferencia. Esas casualidades de la vida que te dejan helado. Por eso al leer ayer todas esas bonitas historias me puse un poco triste. Pero la vida es así, y siempre hay que ver el lado bueno de todo; lo bueno es que sí tengo recuerdos de ellas, pocos porque con tres años no se recuerda gran cosa, pero los tengo. Y finalmente aprendí a tejer, tarde porque ya estudiaba en la universidad, pero de una forma casi autodidacta y con una pasión que sigo manteniendo. Supongo que los genes son así, y que eso forma parte del legado de mis abuelas.

Por cierto, tengo que decir que mi madre también es una excelente tejedora, aprendió de su madre y de su suegra, y aunque creo que ella prefiere el punto a dos agujas, con el ganchillo es una artista.

Para animar un poco la cosa, y viendo que la primavera ya asoma la nariz, aunque tímida, os dejo una flor.

¡Disfrutad lo que queda de domingo!





13 comentarios:

  1. Yo también aprendí de mi madre. Bonita historia.

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  2. Sonia, seguramente tus abuelas han dejado a tu madre y a ti una herencia muy bonita, y este don que tienes para el amigurumi lo tienes en los genes.

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  3. Que historia tan bonita!! a mi me encantaría aprender ((:

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    1. Bueno, todo es ponerse, y lo digo totalmente en serio... además, es muy beneficioso para la salud, hay muchos libros sobre ello :)

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  4. Me voy a leer tu historia! Yo estoy aprendiendo ahora... Mis abuelas y mi madre son más tejedoras de dos agujas, hacen maravillas! Yo me estoy iniciando un poco en todo! Jeje

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  5. Como comento en uno de mis primeros posts, yo tuve la suerte de contagiarme del ganchillo y la costura con mi tía Paquita cuando yo era peque, peque. Aprendí lo básico, pero luego, cosas de la edad, seguí con otros tipos de manualidades... y con la aguja y el dedal, que eso no lo he dejado nunca.
    Mi tía murió hace dos años y no pudo ver mis amigurumis, pero estoy segurísima que ella también se habría enganchado! Un beso tieta

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  6. Creo que me ha quedado una entrada muy melancólica. Bueno... en fin...
    Sonia estoy enamorada de tus patrones! Esta macetita... desde el día que la vi me dije, esta para celebrar la primavera se la regalo a todas mis amigas...
    Besitos

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    1. Muchas gracias por tu comentario, y por comentar frecuentemente. Con personas como tú se enriquece constantemente el blog :)

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  7. Sonia!! Tu historia es preciosa. Y tu capacidad autodidacta es increíble porque tejes unos personajitos preciosos. Enhorabuena por la publicación en La Maison Bisoux!!

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